Vera Jarisz, con apenas 15 años terminó segunda en Punta Rocas, en la máxima categoría para damas del ALAS Pro Tour.
La Nación – 20 Diciembre 2021.
MAR DEL PLATA.– El mar la vio nacer y crecer. La casilla de guardavidas donde sus padres trabajaban se convirtió año tras año en su casa durante cada verano, de punta a punta. Y esa playa geselina de arena interminable y oleaje desafiante, el punto de partida de un amor por el surf que comenzó como un juego de niña y la tiene hoy como una de las principales promesas del deporte argentino.
Vera Jarisz nadó y compitió intenso hasta hace unos pocos años, segura de que una piscina le podría dar la chance de competir fuerte y grande, con sueños internacionales. Pero la oportunidad la construyó y tuvo arriba de una tabla y las quillas que entre velocidad y maniobras la llevaron a subir a podios por Latinoamérica. El último en Perú, el mes pasado, donde con apenas 15 años terminó segunda en Punta Rocas, en la máxima categoría para damas del ALAS Pro Tour.
“Mi sueño era ser olímpica como nadadora, pero ahora que el surf llegó a los Juegos me cambió la expectativa”, asegura a LA NACION sobre un proyecto de carrera que desde hace muy poco tiene metas bien definidas. Y objetivos que está cumpliendo, paso a paso, con mucho esfuerzo.
Dice que se paraba todavía con las rodillas, desalineada, cuando decidió arrimar a Mar del Plata en busca de un entrenador que le ponga en su lugar y haga rendir las virtudes y potencial que le veían otros experimentados surfistas de Villa Gesell, donde comenzó todo.
“Venía una vez por semana. Me despertaba a las 5 de la mañana, en bolsa de dormir dentro del auto, y a las 7 estaba en el agua en Mar del Plata”, recuerda de esas primeras clases con Maximilano “Rulo” Prenski, que desde hace más de tres años es su entrenador y también su guía en este camino hacia títulos grandes.
Marcos y Carolina, sus padres, la alentaron y apoyaron desde que la criaron en ese puesto de guardia en la playa, donde se alojaban de diciembre a marzo mientras alquilaban su casa en Villa Gesell. “Desde que tengo uso de razón convivo con la playa”, insiste sobre este amor que la liga con los deportes de agua. Hasta que en 2017 llegó el clic que la inclinó hacia el mar y el surf.
“Ahí empecé con las clases, cada vez más, hasta que decidí quedarme a vivir en Mar del Plata para entrenarme más”, detalla sobre aquel momento en que sus padres alternaban aquí para acompañarla sin descuidar demasiado sus trabajos.
Prenski pulía poco a poco a la atleta con gran proyección que ve en Jarisz. Mientras tanto, ella se midió en un torneo nacional en Pinamar, con más experiencia que buenos resultados. Hasta que con 12 años, en Mar del Plata, terminó segunda. “Ahí fue cuando resolvimos meterle a full con el entrenamiento”, precisó.
El colegio pasó a segundo plano, para ser una alternativa a distancia, favorecida luego por las medidas de aislamiento sanitario. En 2019 ganó su primer título en menores de 14 años y ahí nomás ya la convocaron para el seleccionado nacional, con el que participó de un mundial en California. “Ahí conocí a muchas Veras de todo el mundo y supe que quería competir internacional”, describe de aquel hito que la entusiasmó como nada antes en la vida.
Ya campeona argentina en su categoría, se había entusiasmado con un 2020 con circuito internacional y alguna escapada al exterior, con Brasil como epicentro. Pero todo quedó interrumpido por la pandemia y la suspensión de viajes. Entonces fueron tiempos de entrenamiento vía Zoom con el seleccionado, que tiene como objetivo los Juegos de la Juventud del año próximo, en Dakar. “Cuando se pudo volver a surfear volvió la felicidad”, afirma.
Así llegó la oportunidad para un sudamericano en Colombia, donde fue subcampeona en su última participación como sub 14. Otro impulso para pensar en grande y dar el salto. Con ayuda de la Asociación de Surf Argentino y El Salvaje, un barrio cerrado de Villa Gesell. Pudo viajar. Así llegó a México, su primer cara a cara con las grandes olas. “Fue mi primera vez con un tubo”, resalta de esa experiencia de viajar encapsulada en el interior de una ola.
Este año se cierre muy positivo. Se sumó al circuito nacional, llegó al primer lugar en M16 y segunda en M18, categoría más alta en la que creía capaz de pisar el podio pero nunca tan alto. A la hora del balance hay conformidad porque siente que mejoró mucho la técnica y también porque el roce con una competencia más exigente la hizo crecer en todos los aspectos.
“Siempre vi que estar en una Olimpíada es difícil, pero que si me lo propongo puede ser”, dijo sobre persigue no como un sueño como como una meta. “Hoy voy por escalerita y en ascenso, veremos hasta dónde se puede llegar”, cuenta y se entusiasma.
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